Intenso y temperamental donde los haya desde que inició su
carrera en los banquillos en el Lorca hace ya ocho años, Unai Emery
(Hondarribia, 1971), ahora al frente del Sevilla, responde a la silueta de uno
de esos entrenadores concebidos para luchar por altas cotas. "Quiero cerca
a gente inteligente, que pueda saber más que yo y que se exija muchísimo; tengo
un nivel alto de confianza y seguridad", apuntaba el guipuzcoano en una
entrevista concedida en su etapa en el Valencia, club que abandonó en junio de
2012 después de cuatro temporadas en las que los buenos resultados cosechados
en Liga no sirvieron para obtener el reconocimiento esperado por parte de la
exigente hinchada ché.
La titubeante imagen ofrecida por los de la capital del
Turia en las tres ediciones de la Champions League para las que Emery clasificó
a los ché y las derrotas en la práctica totalidad de compromisos frente a los
gigantes europeos fueron difuminando la estrella de un entrenador que ya había
triunfado en Lorca -en su primera temporada en el banquillo logró el ascenso a
la división de plata y en la segunda campaña el club se quedó a las puertas de
un histórico ascenso a Primera- y Almería, donde iniciaría su fulgurante
recorrido hacia el estrellato.
Y es que tras ascender al conjunto almeriense a Primera
División en su primera temporada al frente del club andaluz en el curso 2006-07
y de mantenerle en una holgada octava posición en la siguiente campaña, el de
Hondarribia fue catalogado como uno de los técnicos con mayor porvenir en el
fútbol estatal e internacional.
Tras cuatro exitosos y discutidos años en el Valencia, Emery
probó fortuna sin suerte en el Spartak de Moscú
Fue entonces cuando el Valencia llamó a su puerta para darle
las llaves de un ilusionante y atractivo proyecto deportivo que mantendría a
ambos unidos durante cuatro largos años en los que el técnico guipuzcoano no
dudó en apostar por Aritz Aduriz, antes de relegarle al banquillo en su última
temporada como ché en favor del brasileño Jonas. "Aduriz es un portento
físico que ha crecido en todas las categorías del fútbol; llega a la treintena
y para él esto es un premio", llegó a afirmar el de Hondarribia cuando era
técnico del ariete donostiarra, antes de ver cómo el Valencia optaba por no
renovar su contrato el verano pasado para emprender un nuevo viaje de la mano
de Mauricio Pellegrino. Un cambio en el banquillo que acabó con el técnico
guipuzcoano rumbo al Spartak de Moscú.
Siempre ha mostrado su deseo por regresar al club realista. El futuro de Unai Emery ha estado vinculado en varias
ocasiones a la Real Sociedad, el club donde se formó como jugador y llegó a
debutar en Primera División. No obstante, por unas razones u otras -en el
momento en el que se le ha planteado, tenía entre manos un proyecto de gran
envergadura, como el del Valencia o el del Spartak de Moscú-, el hondarribiarra
aún no ha vuelto al equipo de sus amores. Siempre ha manifestado su intención
de dirigir a la Real en el futuro, pero el verano pasado recaló en Rusia, donde
meses después de su contratación, en noviembre, fue destituido como técnico del
Spartak tras una serie de malos resultados.
El cese atrajo al Sevilla, que en enero no dudó en echar mano
de él para dirigir una nave con una clara misión: recuperar la huella europea.
Un objetivo que tiene al alcance de la mano, bien sea tratando de alcanzar el
séptimo puesto que ocupa ahora mismo su eterno rival, el Betis, con cinco
puntos más -a falta de nueve por disputarse-, o bien asegurando la octava plaza
que ostenta en la actualidad y que daría un billete para disputar la próxima
temporada la Europa League en el caso de que finalmente el TAS ratifique la
sanción al Málaga de no disputar competiciones europeas la próxima temporada.
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